03 diciembre 2009

En pro de la democracia directa y participativa

La pasada semana nuestros vecinos de Suiza nos han dado una lección de democracia con mayúsculas.

Cuando los ciudadanos helvéticos han decidido eliminar la posibilidad de edificar alminares en su territorio lo han hecho ejerciendo la democracia de forma directa, mediante referendum y han decidido que no quieren que unas creencias importadas se impongan de ninguna manera al pensar tradicional (más allá de si se es cristiano, agnóstico o ateo) y menos cuando, por desgracia, se trata de una creencia con ansias expansionistas y con tolerancia cero al resto.

Otro gallo cantaría en nuestras cacareadas democracias si los ciudadanos fuésemos llamados cada cierto tiempo a determinar qué queremos y qué no queremos. No digo que haya que votar todas las iniciativas que surgen, pero sí que deberíamos poder decididr sobre aquello que afecta a nuestro modelo de convivencia.

Cierto que nuestra clase política se iba a llevar unos sustos de cuidado, porque nunca hemos tenido una clase política más distanciada de la realidad y de los anhelos de los ciudadanos. Cómo es posible que cuatro diputados, cuyo interés es únicamente el propio, porque nunca han de rendir cuentas a los ciudadanos gracias a las listas cerradas, tengan en sus manos nuestro futuro y decidan en nuestro nombre qué podemos o no hacer. Todo ello en nombre de sus intereses personales o de partido, cuando no de los grupos de presión que les sustentan.

Normas como el ahora de moda tema del crucifijo en la escuela, la reforma de la ley del aborto (al menos en sus propuestas más cuestionables como la posibilidad de menores de abortar sin el conocimiento de sus padres), las sucesivas leyes educativas (que roban a los padres la educación de sus hijos) o las normas de convivencia entre ciudadanos, deberían ser votadas en un referendum que fuese vinculante para el gobierno. Incluso la posibilidad de subir o bajar impuestos.

Algunos dirán que así sería más fácil manipular a la gente, pues los aparatos mediáticos de partidos y lobbys se pondrían a ello. Tengo mis dudas, en el reciente referendum en Suiza, sólo un partido minoritario apoyaba la opción vencedora, mientras la artillería de los mayoritarios tachaba de xenófoba la opción elegida, apelando incluso a llamar racistas a los que no querían minaretes en su país.

Me parece que la gente es más inteligente de lo que creen nuestros políticos y sí, más de un buen revolcón se iban a llevar.

No hay comentarios: